De tu arte hasta hartarte: festivales y su brújula eurocéntrica

Se anuncia la selección de cintas para el marco del 70 aniversario del Festival de cine de Cannes, sin duda uno de los eventos más importantes del séptimo arte a nivel mundial. Uno revisa rápidamente la selección de largometrajes y varias cosas pueden resaltar a simple vista: varios reconocidos directores presentan sus más recientes trabajos, viejos conocidos del circuito de festival como Michael Haneke y Sofia Coppola hacen su retorno. Lo otro que resalta inmediatamente es algo que también se puede notar en algo como la reciente Muestra Internacional de Cine de la Cineteca. Algo que genuinamente debería perturbarlos y no, por supuesto que no hablo de las ficticias y artificiales cuotas de género. Me refiero a un asunto realmente perturbador y que amerita mayor escrutinio.

La mayoría de las películas son europeas…

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Por supuesto, la elección de las cintas en festivales de cine, muestras y similares obedece a toda una serie de cuestiones de logística y asuntos económicos. Sin embargo, la cuestión aquí es muy clara: los eventos fílmicos que se dicen representativos de lo más relevante del séptimo arte a nivel internacional operan bajo preceptos herméticos, incluso arcaicos. El cine de otras naciones y estilos pareciera no tener cabida en sus galas.

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Existen por supuesto festivales de cine en todo el mundo y cada uno sigue sus propios lineamientos y parámetros. Los hay de corte fantástico, o enfocados en cine con temática gay. Los hay en toda Latinoamérica, en el continente asiático, o los realizados en occidente pero enfocados en cine de otras latitudes. En ese rubro entra algo como el Festival de Cine Asiático de Nueva York, por mencionar solo un ejemplo. Tampoco sorprende entonces que, en el caso de los festivales realizados en México, se le dé gran prioridad al cine local. Algo que deviene en arma de doble filo, con cintas de cuestionable calidad coladas en selecciones que se dicen ser serias y solemnes.

Todos estos criterios son harto subjetivos, sin embargo, el estereotipo de que el cine de “arte” y “culto” es sólo el proveniente de cinematografías europeas parece ser perpetuado cada año en lo que deben ser celebraciones del cine proveniente de todo el mundo. Una prueba: China e India fueron los dos grandes ausentes de Cannes 2017, lo cual debería levantar varias cejas de indignación. Dos cinematografías emergentes y relevantes que no pueden ser ignoradas.

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En el caso particular de India hablamos del país que más cintas produce al año en todo el planeta. ¿Cómo es que no hay una sola cinta de la nación asiática en algunas de las secciones de Cannes 2017?

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Cierto es que oriente tampoco se encuentra sin representantes: Okja de Joon Ho Bong estará en competencia por la palma de oro, junto a su compatriota Sang-soo Hong. Hasta alguien como Takashi Miike, rey del cine de culto, exhibirá su adaptación del manga La Espada del Inmortal fuera de competencia. Sin embargo, la representación de aquel lado del mundo, o incluso de Latinoamérica misma, permanece en cifras sumamente modestas.

Esto no es ninguna coincidencia si se fija uno en lo que escriben y hablan críticos de cine de todo el mundo. Uno puede percatarse inmediatamente que su visión fílmica se rehúsa a buscar otras formas de hacer cine que no sean la del corte eurocéntrico o la escuela de Hollywood. Esta severa miopía los desfavorece a ellos, porque incluso un público ajeno a las cinematografías de otras latitudes puede contar con menos prejuicios que los de un supuesto intelectual del cine, alguien que ningunea películas del continente asiático, o de ciertos géneros, solo por salirse de los cánones establecidos por académicos pomposos. Vale la pena volver a las sabias palabras de Werner Herzog: el cine es el arte de las masas, no de los académicos.

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La obligación de cualquier divulgador y analista fílmico es ver la mayor cantidad de cine posible, de todos géneros, formas y colores. Es curioso como a pesar de la apertura tecnológica aún existen barreras ideológicas que impiden que cierto cine sea discutido, que sea analizado sin prejuicios sociales y culturales. Ojalá esto cambie en un futuro cercano y que sean más los festivales y muestras los que volteen a ver a otros cines. Si ellos no lo hacen el público lo hará, con o sin la aprobación de la elite intelectual.

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