En un departamento vacío, una mujer y un hombre pegan cinta adhesiva anaranjada en el piso para dividir el espacio en dos: uno para el estudio de danza de ella, y el otro para ser el taller de escultura de él. Una cocina y un colchón hacen del lugar un hogar habitable. Observamos a estos dos individuos fusionar su pasión sexual, jugar football con amigos o hacer fiestas, pero al final siempre terminan detrás de esa línea divisoria como estrategia para impulsar su creatividad. Pronto él comienza a usar el espacio de ella para colocar sus esculturas y ella comienza a usarlas como parte de sus coreografías. La intermitencia entre intimidad y rivalidad, representa cómo la pareja siempre está buscando nuevas formas de explorarse a sí mismos. Julia Murat explora el deseo de pertenencia de dos amantes, sus pasados y su deseo por el otro comienzan a retar sus identidades artísticas así como su identidad como pareja.

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