Por qué Batman no puede matar al Joker

Bruce, te perdono por no salvarme. Pero por qué…. ¿Por qué, por el amor de Dios, él sigue vivo?… Dejando de lado lo que ha hecho. Ciega y estúpidamente, ignorando el cementerio entero que él ha llenado, los miles de personas que ha hecho sufrir… La amiga a quien ha dejado minusválida… Pensé… Pensé que matándome a mí — que yo sería la última persona a quien le dejarías lastimar.

Batman #650 (abril de 2006) (Vía Anfibia)

En clase de filosofía los maestros recurren al clásico dilema del tranvía para fomentar el debate entre sus alumnos. Usted tiene el control del vehículo, pronto se acerca a una intersección, de un lado de la vía se encuentran 5 personas incautas que serán arrolladas por el pesado armatoste; en el otro camino, sólo hay una. ¿Usted qué haría? ¿Cuál sería su elección?

Por lo general, todo el mundo se decanta por la vía con un menor número de vidas a cobrar, en otras palabras, eligen salvar a 5 personas, aunque esto implique matar a uno.

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Por lo general, todo el mundo se decanta por la vía con un menor número de vidas a cobrar, en otras palabras, eligen salvar a 5 personas, aunque esto implique matar a uno.

Bajo esta premisa, por qué Batman en todos estos años —pues el caballero de Gótica ha estado activo desde 1939 y su archirival apareció en 1940— no ha decidido acabar con la vida de éste anteponiendo un bien mayor, no sólo salvar a 5 personas, sino al centenar, o en las palabras del segundo Robin, Jason Todd, al “cementerio entero que él ha llenado”. ¿Por qué en casi un siglo de pugna no ha matado al Joker para así evitar todas esas muerte?

Esta cuestión ha sido abordada en múltiples ocasiones, pero quizá el enfoque más adecuado fue el que tomaron Mark D. White y Robert Arp para el New York Times (2008) y fue posteriormente complementado por Valentín Muro y Giancarlo Sandoval, en su estudio “¿Por qué Batman no mata a su enemigo por excelencia, el Guasón? Desde distintas posiciones filosóficas”, que formó parte del estudio de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, Filosofia y cultura popular: literatura, series, cine y música desde una mirada académica, artículo que apareció como adelanto en la revista Anfibia, en septiembre de 2017.

Batman como un héroe enclaustrado entre el utilitarismo de Bentham o de Mill, la deontología Kantiana, para finalmente enclavarse en el concepto del “hombre bueno” y virtuoso de la ética aristotélica.

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En principio dejemos en claro una cosa, sabemos que en múltiples ocasiones Batman ha matado al Joker. Sí, pero lo ha hecho en mundos alternos o eventos que no pertenecen a la continuidad canónica del universo DC. Por ejemplo, en dos piezas bastante relevantes para la concepción moderna del personaje: Dark Knight Returns de Frank Miller (adaptada en las películas animadas, Batman: El regreso del Caballero de la Noche, Parte 1 - 100% y Batman: El regreso del Caballero de la Noche, Parte 2) y The Killing Joke de Alan Moore (adaptada recientemente en Batman: The Killing Joke - 45%). Incluso en la serie de cómic Batman: Damned (que recientemente se hizo bastante conocida porque mostró en su primera entrega el pene del Caballero de la Noche), en la línea editorial para contenido adulto de DC, Black Label, el meollo del conflicto y detonante de la historia es la muerte del Joker. Bruce Wayne se alía a John Constantine para recuperar su memoria y así revelar el misterio alrededor del homicidio del príncipe payaso del crimen (¿Es él el asesino?).

Podemos decir que Batman, Bruce Wayne ha matado en múltiples ocasiones a su archienemigo y al mismo tiempo nunca lo ha hecho. Los personajes del cómic se encuentran atrapados en el mismo tiempo mitológico, están atrapados en el eterno retorno. Sus historias giran alrededor de algunos elementos básicos que conforman toda la línea de su arco argumental, por ejemplo, Superman es el último hijo de Krypton; Batman es un chico multimillonario huérfano que ve morir a sus padres frente a él; Spider- Man siempre decide utilizar sus poderes para el bien después de que su negligencia ocasionó la muerte de su tío Ben… pero al igual que estos elementos se vuelven inmutables, la flexibilidad de su argumento permite una serie de variantes que al trastocarlos reaccionan en una infinidad de variables e historias alternas. Por ello la editorial, al igual que las religiones que dan forma al mito de forma institucional, han elaborado el eje rector sobre el cual sus personajes no deben desviarse y que es el arco argumental principal, el canon.

Batman ha matado al Joker un infinitud de veces, pero nunca en el canon, y de ser así, nunca de forma de permanente.

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Una tranvía llamado Batman

En su libro, SuperGods, el guionista de cómics (y creador del hijo de Batman, Damian Wayne) Grant Morrison, hace una distinción entre los héroes de Marvel y de DC. Superman abre camino para crear todo un panteón de deidades a su alrededor, los conflictos existenciales de estos súper hombres y súper mujeres, entran en el plano de lo divino, dejando poco espacio para el conflicto humano. Por otra parte de los héroes de Marvel son imperfectos y humanos, pero en toda sus motivaciones está presente la culpa, su visión del mundo es humana, pero está regida por el deber y por la noción de resarcir un mal inicial, hacen el bien con tal de pagar su pena. Pero en medio de todos estos seres está Batman.

En la película animada, Justice League War (la cual da inicio al universo animado de DC basado en la continuidad de New 52), hay un momento en el que Linterna Verde se encuentra con Batman y comienza a interrogarlo. ¿Cuáles son tus súper poderes? ¿Acaso vuelas? ¿Acaso bebes sangre como un murciélago? ¿Tienes súper fuerza? A todas estas interrogantes, Batman responde de forma negativa. “No me digas que sólo eres un hombre adulto en un traje de murciélago”, sentencia Linterna Verde con un dejo de ironía. Pero lo es. Batman es el error de la ecuación, un hombre en medio de los dioses, que incluso logra estar a la altura del ser “perfecto”, del casi indestructible Superman.

Batman es humano, no tiene ningún don especial y su motivación es la venganza. ¿Por qué lo colocamos en el equipo de los buenos? Si múltiples veces actúa de forma paralela a la ley, fuera de ella. Lo sentimientos de ira parecen estar canalizados por una fuerza moral “mayormente positiva”.

¿Por qué actúa Batman fuera de las instituciones? De acuerdo al texto de Muro y Sandoval, necesitamos al Estado como un tercero en discordia, pues, desde la postura de Hobbes todos los hombres tendrían derecho a todo, no habría límites entre los derechos de unos y los otros, lo cual también engendraría el miedo a que cualquier cosa se le puede ser arrebatada al otro. El Estado, bajo esta premisa funciona entonces como un ente regulador de los parámetros entre los individuos.
El entorno que rodea a Batman es el de una ciudad corrompida, en el que la instituciones han sido doblegadas ante la voluntad de los jefes del crimen (una realidad que no nos es tan lejana).

La posición de Batman ante el Estado es la de un anarquista, al tiempo que se erige como un ente portador de justicia de manera paralela e inclusive sobre éste. Batman es un sujeto “emancipatorio” con una situación de conflicto frente al Estado, que desde una visión foucaultiana, deberíamos concebir como el marco de vigilancia y portador del castigo, la legitimación de la violencia para poder preservar al orden.

De acuerdo a ambos textos que sirven como base para este artículo, Batman se encuentra entre el utilitarismo de John Stuart Mill y la deontología kantiana.

En un principio Bruce Wayne es una fuerza reactiva, bajo los presupuestos nietzschianos, que es motivada por el deseo de venganza después del homicidio de sus padres. Más tarde, Bruce se convierte en una fuerza activa.

Dentro de un marco utilitarista, Batman debería actuar de acuerdo a aquello que simbolizará un bien mayor. Si las autoridades de Gótica dejan que el payaso entre y salga del Asilo de Arkham, Batman debería matar al payaso, para de esta forma evitar un centenar de futuros asesinatos y sufrimiento perpetrados por el Joker.

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Sin embargo, el utilitarismo es una reacción que no va con el carácter de los superhéroes, por lo que Batman se acerca más a la ética deontológica kantiana, la cual postula que se debe de actuar de una forma dicotómica, a través de un conjunto de reglas sin importar las consecuencias. Es decir, de forma categórica (inflexible, sin aspavientos) la reacción del héroe estará marcada por blanco o negro. Es decir, Batman no mata al Joker porque esto iría contra su regla de no cruzar esa línea, de que matar lo convertiría en un criminal igual que el Joker.

Para Muro y Sandoval la cosa se complica más cuando se introduce la figura de Robin a escena, la cual en sí es una reacción utilitaria, pues pone en peligro a estos huérfanos que entrena como sus compañeros y paladines de la justicia, con el fin de preservar la seguridad de un mayor número de personas. Este comportamiento iría contra el actuar de los deontologistas.

Es ahí cuando la idea de la ética aristotélica, la cual habla sobre la virtud, el hombre bueno que busca mantener esta virtud. “Si una persona muestra una tendencia hacia cierta virtud, puede ser entrenada para perfeccionarla, pero de no ser así podría ser imposible hacerlo”, señalan Muro y Sandoval. Por otra parte, White y Arp añaden sobre este tema, “¿Batman quiere ser la clase de persona que toma la vida de sus enemigos? Si mata al Joker, ¿Después será capaz de detenerse, o le dará a todos sus enemigos el mismo trato? Es decir, una vez echada andar esta máquina, será algo que nunca podrá detener.
Muro y Sandoval traen a colación al filósofo Stephen Kershnar, “el odio, el disgusto o el desprecio son maneras moralmente correctas de responder a los delitos, y por lo tanto son virtuosos”, y añaden, “es la única forma apropiada hacia tales personas y esto lo hace virtuoso”.

Si bien, el detener al Joker de manera definitiva sería la forma en que podría acabar con futuros crímenes, lo cierto es que estos todavía no han sido cometidos, y al actuar Batman en contra de los planes del villano, en realidad lo que hace es salvar muchísimas vidas que perecerían si él no hiciera nada.

El anarquista

Batman es el guardián el orden. El Joker es el portador del caos. Batman es un anarquista que cree en el albedrío de cada individuo es lo que puede llevarlos a elegir la noción del bien sobre el mal. El Joker es un anarquista que únicamente busca acabar con el orden. Batman es una metáfora de un estado paralelo, el vigilar y castigar, el legitimar la violencia para traer orden. El Joker es un portador de la violencia ciega, descarnada sin ninguna voluntad ligada a un bien o asunto mayor. Ambos están locos, son hombres adultos que asumen otra identidad, en una disputa de pasiones e ideales. Son espectros que se complementan y se apartan.