Jurassic World: El Reino Caído | cuando la ciencia se vuelve aterradora

H.G. Wells , el padre de la ciencia ficción, autor de libros como La Isla del Dr. Moreau (1896) o La guerra de los mundos (1898), creía que las fantasías científicas iban más allá de ser un simple entretenimiento y pensaba que eran una forma de concientizar a la humanidad de sus propios defectos para así usar el producto de la razón a favor de cambiar el mundo. Aunque nada reemplazará el impacto que Steven Spielberg logró con Jurassic World: El Reino Caído - 58%, por fin cumple su promesa de poner la ciencia en el centro del filme.

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Dirigida por J.A. Bayona, cineasta español conocido por películas como Un Monstruo Viene A Verme - 87%, El Orfanato - 87%, lLo Imposible - 81% y más; la nueva cinta ve a Owen, el personaje de Chris Pratt, regresar junto a Claire (Bryce Dallas Howard) a la Isla Nublar para rescatar a una velociraptor especial de la inminente explosión de un volcán. Una vez que encuentran al animal, descubren que hay intereses más perversos detrás de su misión.

A diferencia de las cuatro entregas de la saga (Parque Jurásico - 93%, El Mundo Perdido: Jurassic Park - 52%, Parque Jurásico III - 49%, Mundo Jurásico - 71%), Jurassic World: El Reino Caído - 58% no se conforma con ser un filme de acción con persecuciones de dinosaurios (lo que no quiere decir que no los tenga) sino que encuentra una forma en entretejer en su trama las consecuencias morales de la clonación de los prehistóricos animales y de elevar esas implicaciones para los seres humanos a una escala que no habíamos visto en la saga.

Es evidente que Colin Trevorrow, director de Mundo Jurásico - 71% y libretista de esa y la nueva entrega, tenía en mente desarrollar una trilogía y es en el filme de Bayona que las semillas plantadas en su película ganan relevancia. La mayor virtud de su guión es que encuentra la forma de hacer que la idea de la ingeniería genética sea mucho más aterradora que los gigantes reptiles. Hay más de una discusión ética sobre las consecuencias de este tipo de ejercicios científicos en la mesa con esta secuela y esto le añade una profundidad a la franquicia que no tenía.

Por supuesto que Jurassic World: El Reino Caído - 58% jamás logrará impactar de la misma forma en la que Parque Jurásico - 93% lo hizo. Ya no resultan tan increíbles los efectos digitales como entonces y mientras que Mundo Jurásico fue un recordatorio de todo lo que ofreció esa cinta original, para la continuación era necesario llevar la historia a otro nivel. Y sin duda, la quinta entrega logra justo eso.

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Por su puesto que el filme no es perfecto, hay más de un momento melodramático en la película y uno de ellos incluso vuelve un poco inverosímil la más importante decisión del desenlace. Por suerte, la emoción sigue ahí para quienes han crecido amando ver dinosaurios en la pantalla grande. Pese a su carismática actuación, el personaje de Pratt, quien debiera ser el protagonista, carece de un viaje emocional en la película e incluso se ve algo opacado por el papel de su coprotagonista, el cual mejoró mucho respecto a la entrega anterior.

La dirección de Bayona es digna de ser destacada. Aunque intentó darle su propio toque de terror a la segunda mitad del filme, el verdadero sello de su manejo de la saga es el ritmo con el que logra equilibrar las secuencias de acción con las más emotivas y con la exposición sobre los diferentes temas de la película de forma en la que el espectador se sienta constantemente en peligro. Y también se nota el esfuerzo por presentar un par de encuadres icónicos con los dinosaurios, así como referencias al clásico de Spielberg.

Jurassic World: El Reino Caído - 58%, pese a sus errores, consigue convertir la premisa científica de la franquicia en un elemento más aterrador que los mismos dinosaurios. Al final del filme, el título de estas nuevas entregas cobra un nuevo sentido y lleva sus preguntas a un escenario que definitivamente requiere una película más para profundizar en él. Si algo demuestra la cinta es que la fascinación por el mundo jurásico no está extinta, sino que apenas comienza a resurgir.

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