Tardes de Netflix | Godzilla: Planeta de Monstruos Parte 1

Godzilla se mantiene como un personaje constante en la cultura popular y su radioactiva monstruosidad se encuentra más activa que nunca en estos últimos años. Luego de un retorno a Hollywood con Godzilla (2014) - 74% (decoroso, mas no memorable) bajo la dirección de Gareth Edwards en 2014. Luego, en 2016 tocó el turno a Hideaki Anno dar una nueva interpretación de la criatura con Shin Godzilla - 88%. Ahora la gran G tiene ya su primer largometraje animado estrenado en Netflix, el primero de una trilogía que busca explorar a este ser que cautiva la imaginación de audiencias de todo el mundo en nuevos derroteros: Godzilla: Planeta de Monstruos Parte 1.

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Godzilla fue creación de un productor del estudio Toho, Tomoyuki Tanaka y el creador de Ultraman, Eiji Tsubaraya. Ishirô Honda, colaborador frecuente de Akira Kurosawa, quienes se encargaron de dirigir la primera película del lagarto fruto de la radiación de las armas atómicas desarrolladas por el ser humano. Mientras Hollywood se prepara para el estreno en 2019 de la secuela de lo hecho por Edwards, Toho no perdió tiempo y con el estudio de animación Polygon Pictures se lanzó a la tarea de realizar una cinta animada en la que el rey de los monstruos es el soberano absoluto de una tierra devastada por sus embates.

En algún punto de nuestra historia Godzilla apareció, junto a otros daikaijus (monstruos gigantes) y destruyeron a la raza humana. Ni la aparición de dos tribus alienígenas con avanzada tecnología pudieron detener al lagarto. Los sobrevivientes se vieron obligados a huir al espacio en naves en búsqueda de un nuevo hogar; sin embargo, no ha rendido frutos y 20 años después de navegar sin rumbo la única opción clara se resume a volver a la Tierra con la esperanza de que las condiciones hayan cambiado, pues han pasado 20,000 años. Para un hombre este regreso es una misión de venganza, una en la que tomará la vida de Godzilla a como dé lugar.

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Una premisa tan interesante se presta para un desarrollo jugoso, no sólo por su contexto de ciencia ficción, sino porque permite introducir una nueva mitología a la franquicia. Los seres de otro planeta que nos visitan en pleno ataque de Godzilla no es algo nuevo en la franquicia, pero aquí existe una oportunidad de desarrollar la trama. Ver un planeta Tierra prehistórico gobernado por Godzilla y con toda una cadena alimenticia de monstruos es una idea en extremo fascinante. Es una pena entonces que la cinta no sepa aprovechar estos elementos. El guión de Gen Urobochi se olvida de todo: de tener personajes con motivaciones, de hacer que este mundo respire con vida propia y, sobre todo, se olvida de hacer de Godzilla algo más que una montaña escamosa con patas que apenas parece estar con vida.

Muestra, no cuentes, es una de las reglas de oro del séptimo arte y es que la razón de ser del cine es contar historias con imágenes. La cinta hace caso omiso de esto y nos inunda con diálogo de exposición en exceso repetitivo. Durante todo el primer acto los personajes repiten una y otra vez dos hechos que nos quedarán claros hasta el hartazgo: Godzilla es indestructible y la humanidad necesita un nuevo planeta hogar. A pesar del exceso de parlamentos la trama no avanza y la cinta no va a ninguna parte. Cuando por fin los personajes arriban a la Tierra, ahora convertida en una espesa jungla, el esperado enfrentamiento con Godzilla también queda envuelto en el tedio y la repetición. Escena tras escena de bombardeos contra el lagarto carecen de tensión dramática. El héroe logra descubrir un punto débil en el monstruo, a pesar de que años de guerra y tres civilizaciones juntas no lo había logrado. La película sigue y sigue y en ningún momento sentimos empatía por el protagonista, cuya obsesión con Godzilla nunca es adecuadamente explicada.

La calidad de la animación de Polygon, responsables de la serie Knights of Sydonia, es alta aún cuando los personajes pueden sentirse tiesos en algunos momentos. Sin embargo, el aspecto visual tampoco logra aprovechar todas las posibilidades de una Tierra selvática llena de seres extraños. Respecto a estos últimos, solo una suerte de dinosaurios voladores aparecen brevemente, sin que su diseño o inclusión despierte algo más que un bostezo. Godzilla luce adecuado para este contexto, su piel tiene un aspecto como de montaña, sin embargo, esta encarnación es bastante grisácea en comparación con el Godzilla presentado por Anno, que genuinamente se sentía como un animal salvaje desorientado. Este otro Godzilla apenas si se mueve y sus interacciones con los humanos son marchitas y rutinarias.

Esperamos que las eventuales secuelas logren hacer con la trama todo lo que la primera no se molestó, pero las expectativas ahora son muy reservadas y no parece que pueda corregirse algo que empezó mal. El rey de los monstruos amerita un debut adecuado en animación. Lamentablemente, este planeta de monstruos es una decepción en todos los aspectos y por momentos hasta se siente nostalgia por la serie animada producida por Hannah-Barbera en la década de los 70.

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