El look de Drácula en el cine

Según Fernando Savater, toda generación tiene su vampiro y si no lo tiene, lo debería tener. La primera película basada en la novela de Bram Stoker , contra lo que muchos suponen, no fue Nosferatu - 97% de F.W. Murnau, sino una adaptación rusa de la novela filmada en 1920, dos años antes que el director alemán realizara la suya. Esta película se ha perdido. La misma suerte corrió la siguiente adaptación de Drácula, titulada Drakula halála (La muerte de Drácula) (1921), dirigida por el húngaro Károly Lajthay. De esta cinta sólo han sobrevivido dos fotogramas.

Quizá aprovechando el éxito obtenido por el director húngaro, F. W. Murnau emprendió la adaptación de la novela, pero debido a problemas de derechos de autor con la viuda de Stoker, se vio obligado a cambiarle de nombre al vampiro y a realizar una adaptación libre de la novela.

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El encargado de dar vida y rostro al vampiro fue un prestigiado actor teatral: Max Schreck. Su caracterización fue excelente, aunque dista mucho de la imagen que más tarde se asociará con el célebre vampiro. En la película de Murnau, el conde luce un ajustado traje, que parece más apto para vestir a un campesino de visita en la ciudad que a un aristócrata europeo.

No sería sino una década más tarde cuando Universal Studios aprobó la realización de Drácula - 91%, una adaptación de la versión teatral de la novela. La película le fue encargada a Tod Browning (el célebre director de Fenómenos - 94%) quien a su vez, encargó el papel del conde al actor de origen húngaro Bela Lugosi. El actor encarnó la imagen que más tarde se volvería arquetípica del vampiro: enfundado en un elegante smoking, camisa blanca, un medallón colgando del cuello, el cabello envaselinado y capa.

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Con muy ligeras variaciones, éste sería el look que los actores que encarnaban al vampiro adoptarían por décadas. Ante el éxito obtenido, Universal se apresuró a filmar una secuela e introdujo como atracción principal la aparición de una vampiresa encarnada por la sensual Gloria Holden, una actriz dueña de una elegante belleza, cuya carrera nunca fue del todo exitosa. Participó en muchas películas de serie B y como actriz de reparto en algunas producciones de gran presupuesto. La hija de Drácula, una película que no ha sido valorada como mereciera, es, tal vez, su mejor papel y por el que es aún recordada. La película, a pesar de la fuerte censura que dominaba la época, logra algunas escenas de claros tintes lésbicos. Ella, al igual que los vampiros hombres, caza principalmente jóvenes mujeres con los obvios acordes sexuales que acompañan estas incursiones, también lo son las actividades nocturnas de Marya sobre algo más que sangre.

El mismo año en que se estrenó Nosferatu nació Christopher Lee, uno de los más célebres Dráculas de la historia. Lee alcanzó la fama internacional cuando entró a trabajar en la productora Hammer para dar vida al Conde Drácula (como a Bela Lugosi, el papel del vampiro lo marcaría de por vida, al contrario de Lugosi que estaba obsesionado con el personaje, Lee llegó a detestarlo por completo). De la veintena de películas protagonizadas por Lee para la Hammer (películas de muy desigual factura, desde verdaderos bodrios, hasta películas escalofriantes como Drácula - 93% o Drácula príncipe de la tinieblas (1966)) aquellas en las que caracterizó al vampiro fueron las que más fama le dieron. A diferencia de Lugosi, el vampiro de Lee lucía un atuendo elegante, pero menos opulento que el empleado por el actor húngaro. Lee también logró otorgar una mayor carga de miedo a su personaje, en palabras de Savater era "un demonio carnívoro, con ímpetus brutales hacia los jugos de la vida".

Después de Lugosi y de Lee, pocos actores han tenido la fortuna de interpretar en más de una ocasión a su personaje. Uno de ellos, fue el mexicano Germán Robles quien hiciera una excelente caracterización de vampiro en la célebre El vampiro de Fernando Méndez, una gran adaptación al contexto mexicano. El vampiro de Méndez encarna a la perfección lo mejor de Lugosi y lo mejor de Lee: es sensual, elegante y despiadado.

Méndez intentaría repetir el éxito de El vampiro con una muy desigual secuela: El ataúd del vampiro (1958). Después de Lee, las películas sobre Drácula se multiplicarían y al conde lo encarnarían los más variados actores. Desde Frank Langella , George Hamilton, hasta Gerard Butler y Leslie Nielsen. Casi todos olvidables, si exceptuamos al genial Klaus Kinski y a Gary Oldman, actores que imprimieron a sus vampiros características que los hacen únicos. Kinsky en la bella y poética Nosferatu El Vampiro - 94% de Werner Herzog, a la vez un homenaje a la cinta de Murnau y una nueva puesta en escena del vampiro, no cómo un depredador, sino como un personaje condenado a la soledad que busca desesperadamente el amor. Kinski da vida a un vampiro que recuerda la imagen calva y enjuta (semejante a un monstruoso nonato) que interpretara Max Schreck.

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Con una estética distinta, pero que, a su vez, también rinde homenaje al cine clásico, la película de Francis Ford Coppola, Drácula, de Bram Stoker - 79%, aparenta desde su mismo título ser un montaje fiel a la novela, pero se toma un buen número de licencias en esta poética, sensual, emocionante y, por momentos terrorífica y conmovedora película que, además, nos regaló una de los rostros más sorprendentes y estilizados con que Drácula haya aparecido jamás en pantalla.