Críticos y opinólogos parte II: ejemplos de lo que se debe y no debe hacer

En el episodio anterior su servidor se dedicó a desentrañar las diferencias primordiales entre un crítico y un “opinólogo” y el asunto se resumió de la siguiente manera: realizar una crítica requiere argumentos elaborados, conocimiento de causa y contexto fílmico adecuado. Lo segundo es algo más espontáneo y surge del momento y puede (o no) llevar su debida argumentación, pero en términos generales, se maneja como una versión más compacta. Cada formato y cada personaje, el crítico y el opinólogo, tienen su razón de ser y no son entidades que necesiten vivir en conflicto. Sin embargo, es importante diferenciar y no mezclar peras con manzanas. Lo cierto es que también existen diferentes tipos de lenguajes dentro de cada grupo y no siempre se puede generalizar, pero en el artículo fue inevitable mencionar ciertos lugares comunes del segundo grupo, que entre YouTubers e “influencers” han dado forma y fama al concepto de opinar a la ligera.

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Lo que faltó fue un ejemplo (en este caso dos) de lo que es una crítica y una opinión. Toca el turno de analizar dos ejemplos contundentes que puedan ilustrar debidamente lo dicho antes y complementar el abismo de diferencia que puede haber entre una crítica formal y una opinión al vapor. La recién estrenada Dunkerque - 92% nos provee dos textos: uno del crítico Matt Zoller Seitz para la página de Roger Ebert y el segundo, una “reseña” de una columnista de Marie Claire de nombre Mehera Bonner. La palabra viene en sus debidas comillas debido a lo dudosa que se vuelve la palabra al referirse a este texto.

La última cinta de Christopher Nolan ha recibido elogios de manera casi unánime, pero no han faltado algunas voces disidentes o textos que, dentro de lo positivo, no pueden evitar resaltar algunas fallas de la cinta. La reseña de Zoller se apega a esta última forma, mientras que la de Bonner es una diatriba en contra de lo hecho por Nolan debido a que la visión del director no encaja con la particular noción de la escritora de lo que debe ser una buena cinta bélica.

Empecemos con el texto de Matt Zoller Seitz, quien abre con las siguientes palabras:

Ambiciosa, sin sentimentalismos, estruendosa y centrada en lo masculino, Dunkerque muestra tanto lo bueno como lo malo del director Christopher Nolan. Lo primero logra anteponerse a lo segundo y esto último regresa solo al hacer memoria de ciertos pasajes de la cinta. El relato es más una historia de desastre que una película de guerra.

Por su parte, Mehera abre su texto de la siguiente manera:

Esta película es una bomba, fue uno de los comentarios que oí durante una función de Dunkerque, el nuevo regalo para los hombres de parte de Christopher Nolan. Esta audiencia de varones se encuentra ahora en acaloradas discusiones sobre las cintas del director, usando irónicamente sombreros o peor aún, portándolos orgullosamente y sin dejo de ironía.

Mientras Matt Zoller Seitz señala que la cinta está dirigida al público masculino, lo hace sin juicio sobre este hecho, pero Mehera considera necesario presentar ese punto de una manera burlona y hostil hacia la audiencia de varones. Puede que su opinión sobre las películas hechas con los hombres en mente sea negativa, sin embargo, esto habla de ella y no nos dice absolutamente nada de la película.

Matt Zoller continúa su texto:

La insistencia de la cinta de recurrir al anonimato casi completo de sus personajes no siempre resulta efectiva. De igual manera, la insistencia de la música de Hans Zimmer por usar vibraciones y arreglos de cuerdas interminables puede operar en contra de la atmósfera de la historia al rehusar a callarse.

Estos dos puntos son válidos y están bien planteados porque se refieren a las decisiones estilísticas de la cinta, ambas tomadas a consciencia por Nolan, pero que pueden terminar con un resultado adverso a la experiencia que pretende crear. Estas quejas han aparecido en otras ocasiones hacia el trabajo del director y Zoller se une a la lista de críticos que han señalado estas obsesiones, muchas veces malsanas, de un realizador muy apegado a su idiosincrasia.

Por su parte, Mehera resalta puntos similares, pero de una manera totalmente diferente:

No creo que Dunkerque sea una buena película, varias veces sentí que iba a vomitar debido a la intensidad de algunas escenas. Si ustedes buscan una montaña rusa de emociones estarán en casa, pero si buscan una cinta con una trama, aquí no la encontrarán. Christopher Nolan tomó una secuencia de batalla y la estiró para luego decir “hagamos una película de esto, lol.”

Mehera también tiene problemas con la mesura narrativa de Nolan, pero mientras Matt Zoller explica con detalle por qué las decisiones del director no funcionan, Mehera sólo se enfoca en el qué, no en el cómo. Dicho sea en otras palabras: que la cinta sea una larga secuencia de combates no significa que estén mal hechos o que no cumplan una función. Es la narrativa que Nolan eligió y la forma en que la desarrolla es lo que dictamina si esta decisión es la mejor. Mehera no puede salir de su desagrado del concepto y eventualmente clavará ese punto al describir lo que ella hubiera preferido ver, con lo cual comete un grave error en un crítico: quejarse de una película porque no es compatible con su visión narrativa.

Volvamos con Matt Zoller, quien a pesar de sus problemas con el ensamble total, logra llegar a un balance positivo:

Si alguien me preguntara mi opinión sobre la cinta diría que no me gustó; detesté varias partes y otras me parecieron repetitivas y mal desarrolladas. Paradójicamente, admiré mucho la película y no he dejado de pensar en ella. Es una producción realizada con ambición e integridad, una serie de proposiciones dramatizadas con máquinas, cuerpo, sudor y fuego. Una historia que vale la pena ser vista y discutida, definitivamente ya no las hacen así o, mejor dicho, nunca las hacían de esta manera.

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Zoller no tiene reparos en admitir su desagrado frente a varios elementos manejados por Nolan, pero al ponerlos juntos el resultado se mantiene interesante e intrigante. Un crítico debe evitar anteponer sus vísceras ante la razón, debe juzgar el filme en los términos que éste presenta y reconocer una buena hechura. Por su parte, Mehera resume su desagrado de la historia de la siguiente manera:

Para mí, Dunkerque es una excusa para que hombres celebren su masculinidad, de la cual parecen no obtener suficiente de otras cintas. Bien, adelante, pero si Nolan realmente deseaba romper el molde de las películas de guerra pudo haber hecho una enfocada en las mujeres de la Segunda Guerra Mundial. ¿Por qué no ellas o algún otro grupo marginado? Dunkerque se siente muy básica, sólo otra cinta de guerra y acción veraniega.

Al principio de su texto, Zoller señaló que esta película tiene a la audiencia masculina en mente, pero jamas lo mencionó como algo negativo. Para la crítica (o mejor dicho, opinóloga) Marie Claire, eso es un grave problema, pues menciona que eso no fue de su agrado y que la película debió enfocarse en mujeres o “minorías”. Podemos coincidir en que las películas históricas de Hollywood nunca serán totalmente fieles a los eventos que pretenden recrear, pero la evacuación de Dunkerque tuvo principalmente como protagonistas soldados ingleses. Introducir toda una serie de personajes que no estuvieron realmente en esas playas sería deshonesto de parte de Nolan y una tomada de pelo para la audiencia. La pregunta aquí para la escritora de Marie Claire es: ¿por qué es negativo que una historia se enfoque en hombres? ¿Cómo mejoraría el guión si de repente la raza o el género de los personajes fuera cambiado? Ella nunca profundiza en estos puntos y todo queda en un mero capricho, un berrinche de alguien que simplemente debería buscar una película que encaje con sus ideales narrativos.

Con todo esto, Mehera queda como una opinóloga y no como una crítica que tenga algo divertido o interesante que decir. En otra parte de su texto menciona su gusto por Mujer Maravilla - 92%, pero aquella era una apuesta muy diferente, a pesar de desarrollarse durante otro conflicto bélico. La obsesión de la escritora con una supuesta agenda progresista, lejos de ayudarla, la hace ver como alguien que realmente no entiende ni de narrativa ni de verdadera diversidad. La ironía es que Mehera no se da cuenta de que, al insistir en que ésta es una película “sólo para hombres”, termina denostando abiertamente a todas las mujeres que la disfrutaron y ella se convierte, sin notarlo, en lo que critica ferozmente.

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