¿Cómo diferenciar a un crítico de un opinólogo?

En otras épocas, cuando éramos jóvenes e ingenuos y creíamos haber descubierto el hilo negro y el agua tibia, era común que manifestáramos nuestro pensar y sentir al mundo. Ya fuera con una banda de rock con los amigos, un diario o siendo activista para proteger algún bosque (que actualmente probablemente ocupen narcos), nuestras alocadas expresiones y opiniones quedaban contenidas en un radio limitado. El resto del planeta no se enteraba de nuestros mal formados y atolondrados puntos de vista.

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Con la llegada de las redes sociales todo eso cambió y ahora cada pequeña hormiga de una enorme marabunta tiene su altavoz personal con el que puede gritar al mundo que odia al capitalismo (desde su iPhone) y decir al presidente en su Twitter que es un burro. Y si son chicas con “consciencia social” puede denunciar que un hombre les dijo guapa y eso les causó un trauma emocional severo que requerirá salir en programas de radio y televisión para hablar de ello. Como lo ha evidenciado la serie Black Mirror - 93% de Charlie Brooker , vivimos desesperados por la atención y por dar a conocer al mundo todo lo que pensamos y sentimos sin ningún filtro de sentido común de por medio.

El cine siempre ha sido considerado por Werner Herzog el arte popular de las ferias de pueblo, no el fruto de los académicos. Gracias a las benditas redes todo mundo tiene una opinión de algo y, por supuesto, al tratarse de cine, cada foro y página (como su segundo hogar Tomatazos) tiene gente vociferando de manera enérgica que X o Y película es lo mejor que han visto o lo peor de lo peor. Con tanto YouTuber, influencer y experto al vapor en muros de Facebook, surge la pregunta '¿cómo diferenciar entre un crítico con formación, argumentos y coherencia de un “opinólogo” a un niño rata que escribe "esa película es un asco no mam&%#& a quién le puede gustar, malditos críticos dejen en paz a mi Batman vs Superman: El Origen de la Justicia - 27%, es que es muy profunda y no le entienden", mientras le sopla a su Maruchan y empieza su partida de Call of Duty. ¿Cuál de los dos amerita ser debatido, leído y escuchado? ¿A quién simplemente hay que ignorar y esperar que reciba tratamiento para su discapacidad? Para diferenciar, estén atentos a los siguientes puntos:

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Argumento vs. emoción

La principal diferencia entre hacer un análisis y emitir una opinión es la argumentación; es decir, un buen crítico procura que sus palabras vengan de su cabeza y no de sus vísceras. Te habla sobre lo que trata la película, no sobre lo que sintió al verla, que si bien puede ir de la mano, tampoco puede ser por lo que se gobierne un análisis.
Un buen crítico asume su papel como el puente que pueda acercar y conectar a la obra de un artista con el público, el filtro que ayuda a procesar lo abstracto o difuso de una película para el respetable. Por ende, el crítico desmenuza y reflexiona sobre lo mostrado en un filme: desde la presentación hasta los mensajes contenidos en la misma. El que opina dará impresiones directas e inmediatas, como las de un testigo que presenció un choque en una calle. Su testimonio, sin duda, tiene peso y valor, pero también carece de todo el contexto que aclare las causas del accidente. En ese sentido, un buen crítico debe buscar ir más allá de las primeras impresiones e indagar a fondo en todos los mecanismos que dieron fruto a una obra fílmica. Entender el contexto cultural e histórico de la misma, así como todos los pequeños detalles que ayudaron a moldearla. Con ello, el crítico evitará subirse a trenes del mame ideológicos de moda y no estará interesado en hacerse pasar por "progresista" al acusar a la película de machista, sexista o racista. Esto nos lleva al siguiente punto...

Documentarse vs. “medio lo leí en Wikipedia”

Cualquier ejercicio de crítica y análisis debe realizarse con un mínimo de documentación y formación. En el caso del cine: leer y ver una buena cantidad de éste es primordial para poder entenderlo mejor y así discutirlo con argumentos. Suena a sentido común, pero es el sentido que brilla por su ausencia entre los opinólogos de redes. Por supuesto, no es bueno generalizar, existen canales de YouTube de personas con amplios conocimientos sobre el séptimo arte y que logran decir más que varios remedos de académicos o críticos fru fru. Existe también otro detalle a veces obviado: una cosa es tener el conocimiento y otra saber procesarlo. Tener muchos datos sobre películas podrá convertirte en una máquina de trivia ambulante, pero tener los datos duros tampoco sirve si no se entiende lo que hay detrás de estas fechas y nombres de actores y directores. El proceso creativo está rodeado de diferentes intenciones, motivaciones y matices. La producción de una película es una enorme cadena de comunicación en la cual muchas cosas pueden salir bien o muy mal. Un opinólogo no se molesta en investigar todo esto y prefiere quedarse con el conocimiento superficial que cualquier entrada de Wikipedia puede otorgar.

Humildad vs. presunción

En las redes todo es un concurso de popularidad: quién es el más recto, el más guarro, el más ofendido, etc., etc. Es común ver mediciones fálicas de conocimientos en cualquier altercado. Resulta que todos son expertos en todo y han vivido guerras, situaciones de combate, saben artes marciales, han filmado películas, escrito un guión, publicado libros, cenado con un artista o político y realizado salvajes fantasías eróticas. Al tratarse de un debate fílmico, un crítico presenta su perspectiva debidamente formada con lo antes mencionado (libros, películas, ensayos) mientras que el opinólogo solo está desesperado por hacer declaraciones de estatus (“pues yo escribo en tal lado y yo conocí a tal influencer y yo fui invitado a tal festival y yo…", al final de una charla un crítico pica tu curiosidad por conocer nuevas películas, mientras que el segundo sólo te hace desear conocer la puerta de salida del lugar donde están.

Propósito vs. ocio

Un buen crítico es un divulgador del arte y esta será siempre su constante en sus textos, videos o interacciones con el cine. Ya sea para promover una gran película o incluso hablar de los males de otra, su enfoque siempre estará dirigido a su pasión que es el cine. El opinólogo solo tiene un interés casual por el cine y lo ve como una mera comodidad, algo con lo que incluso pueda hacerse de conectes, impresionar a sus amigos hipsters y ser invitado a fiestas con cierto tipo de personas. Dicho sea en otras palabras, y a riesgo de sonar cursi, el crítico ama el cine, mientras que el opinólogo solo se ama a sí mismo, con lo que comprueba su mal gusto.

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