Los peores momentos fílmicos del Universo Extendido de DC

Ah, Marvel. Tú y tus chistes innecesarios tan fuera de lugar como los delanteros de la Selección Mexicana (sí, soy peruano, me han descubierto). Doctor Strange: Hechicero Supremo - 89% y Thor: Un mundo Oscuro - 66%, no hicieron sino corroborar lo que ya sabíamos. El humor es necesario, pero todo con medida y sin abuso, es mucho mejor. Hasta Avengers: Era de Ultrón - 75%, con todo lo desvencijado de su narrativa, tuvo lucidez considerable en chistes que se burlaban de su mismísima trama (ahí el momento impecable en el Hawkeye le dice a Scarlet Witch que por supuesto que nada tiene sentido, que un ejército de robots superdotados los está atacando y él les dispara flechas).

DC vía Warner Bros. tampoco se mide. Sobre todo cuando de fatuidad y errores narrativos se trata. Se nota que aprendieron de Nolan, tanto sus aciertos como sus errores, aunque los segundos destacan por la envergadura de los proyectos. La afectación de los diálogos sólo es equivalente a la incapacidad de ensamblar guiones nutridos de acciones consecuentes y penetrantes. La supuesta oscuridad, hay que decirlo, no es una bruma como la que Zack Snyder pinta magistralmente en la edición, sino una habitación con la luz apagada donde la audiencia tropieza con muebles una y otra vez y, si le gusta la experiencia, interpreta como mejor le plazca lo que sucede.

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Aunque es verdad que cierta facción de la crítica ha exacerbado los resultados negativos de las películas, los fans tampoco ayudan mucho. Se vuelven detractores automáticos de cuanto no les cuadra. Aquí un buen ejemplo al que se remiten (ya que sea John Campea debería decirnos mucho al respecto):

Pero, ¿a qué se refiere su punketo servidor al enunciar los calificativos pomposo, pretencioso, fatuo y afectado colocárselos cual medallas olímpicas a las películas del Universo Extendido de DC? Digo, porque si los de Marvel son unos payasos a los que se les va de las manos contar chistes en funerales, considero también que Warner ha convertido a sus personajes en oficiantes de misas ortodoxas.

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1.- Hay demasiado adorno en las frases de los personajes. Emplean palabras muy pesadas para expresar cosas sencillas y dicen grandes verdades enfáticamente con discursos largos, tendidos y llenos de lugares comunes (es decir, cosas que ya hemos escuchado tantas veces en tantos personajes de tantas maneras tan sobadas, que ya no producen un efecto que no se haya ejecutado de mejor manera y más originalmente antes). Ahí tenemos a la senadora June Finch de Batman vs Superman: El Origen de la Justicia - 27%, por ejemplo, y el modo en que interactúa con los personajes o sus monsergas públicas. La escena del bar de Escuadrón Suicida - 25% peca de chantaje emocional durante las peroratas individuales —y es de lo mejor logrado en la película, por cierto. Los grandes choros de Jonathan Kent a su hijo en El Hombre de Acero - 55% parecen escritos por Og Mandino. Los diálogos de enlace entre una acción y otra en Batman vs Superman: El Origen de la Justicia y Escuadrón Suicida son igualmente tópicos, pero no en el buen sentido de la palabra. Cuando el lugar común vuelve predecible a una película, aburre.

2.- Confunden protocolo con ceremonia. La ceremonia es prohijada por las costumbres o tradiciones y rinde tributo a “algo” de carácter espiritual, sea divino o profano; el protocolo es un conjunto de reglas, hábitos y acciones repetitivas que pretenden decir siempre lo mismo. En Batman vs Superman: El Origen de la Justicia, todos rinden tributo (excepto en la batalla contra Doomsday y la secuencia de guamazos entre los superhéroes citados) a los protocolos, no existe ceremonia enfática de iniciación en ninguno de los casos. Para que se entienda el punto, el rito de iniciación de Mujer Maravilla - 92% es profuso. Mientras Lex Luthor sólo tiene como motivación joder a los dos héroes y a su vez estos responden a ansiedades (uno quiere salvar a su mamá y anda deprimido, el otro está furioso y asustado con su homólogo alienígena), Diana Prince defiende a la humanidad de un dios que desvencija los cimientos del corazón humano y busca su lugar en el mundo, mientras que el villano busca la aniquilación de los seres inferiores que tanto repudia.

3.- Confunden formalidad con solemnidad, seriedad con magnificencia. Mientras que Batman y Superman pasan por momentos de ira y miedo cuya construcción es muy básica —excepto en El Hombre de Acero—, Mujer Maravilla pasa por un campo de batalla mientras todos le dicen que siga caminando… hasta que se detiene, cobra bríos, dice NO y arremete contra un mal del mundo. La solemnidad de su transformación es poderosa: se ve imponente, grave y a punto de ejecutar un acto extraordinario. El esplendor que irradia su rostro, presto a la violencia pero, sobre todo, a la venganza y protección de quienes sufren la guerra, la colocan en una cúspide. Los momentos de iluminación de Batman son realmente burdos. Ya hablaremos de eso más abajo. Lo mismo con el propio Clark Kent cuando se responsabiliza de sus poderes e implicaciones: se exagera simbólicamente para posicionarlo en un dilema mesiánico, no humano. Hasta en Escuadrón Suicida las decisiones capitales se toman con caras de haber chupado limón. Mujer Maravilla tiene rostro de batalla. Fruncir el ceño y hacer puchero no es suficiente. Hace falta gesto dramático.

Superman-Jesus Christ Superstar en El Hombre de Acero

En política, un efecto muy socorrido por cierta facción decantada en el liderazgo religioso de tipo pastoral, es el de asemejarse a lo que Cristo representa para los cristianos. Mientras Superman escapa de la nave donde lo retienen los kriptonianos, queda suspendido en el espacio en posición de cruz. El solecito hace su parte y lo fortalece. Se queda ahí, suspendido, sin más, sólo para corroborar que es el salvador y para que todos lo contemplen asemejarse a Jesús cuando se ofrenda por el mundo. Con la excepción de que Superman tiene vista calorífica, vuela, se cura rápido y así. Aquí quieren reproducir lo mismo, pero en piñata. La presunción le gana al director. Ni al caso. Pero bueno, si se hubiera tratado de “vender” a Superman, se hubiera llevado un 10.

Superman oculta su identidad con anteojos (“Todos son estúpidos menos yo”)

Aplicando la de “Soy Cosme Fulanito”, llega en bicla, lentes de pasta, cabello sin gomina, look hípster, a pedir trabajo donde moran los fisgones, acuciosos, atentos y suspicaces informadores e investigadores de todo el mundo: un periódico, casualmente el más importante de su ciudad —misma que vio a Superman batirse en duelo con sus congéneres. Visto así, todo apunta a que cada habitante de Metrópolis debió desaparecer por completo por un tema de preservación genética de sólo los más inteligentes. Debido a que sobrevivieron al cataclismo, un individuo sin formación, antecedentes, beneficio o recomendaciones, llega a pedir trabajo de reportero y, sin más, lo obtiene. ¿Bolsas de trabajo? ¡Pamplinas! En lo personal, zumba a que el director necesitaba concluir rápido la película.

El tornado mata a Jonathan Kent en El Hombre de Acero

Entendemos la lección. Pero su hijo se mueve a velocidad superheroica —o sea, lo que se le ocurra al director al caso. Clark podría haberse escondido detrás de algún automóvil, salir en chinga y salvar a su papá. Total, ya antes había salvado a gente de su escuela de morrito. La nobleza del señor, por lo visto, sólo era equivalente en este punto a la estupidez de Clark y él mismo. Se presta para bromas pesadas. Alguien dijo en el cine, cuando fui a verla con mi novia: “Mira, le está diciendo ‘nel, a la verga la vida, no quiero seguir viviendo contigo, pinche extraterrestre’, jajaja”. Seamos honestos: el sacrificio es absurdo. Incoherente. De risa loca por la seriedad que le quisieron poner.

Suicide Squad (toda la película)

Todas las secuencias donde sale el Guasón. Jared Leto actúa bien, pero está tan mal dirigido que uno entiende por qué Die Antwoord demandó.

Slipknot por lo visto sólo estuvo de adorno. Sus habilidades especiales eran trepar edificios o algo así y no estamos seguros de cómo fue capturado. Prescindible.

Una arqueóloga más solitaria que Indiana Jones ha caído por un agujero. Descubre un artefacto inestimable que casi definitivamente debe quedar en manos de un laboratorio de algún museo. Como es tan profesional y YOLO, por qué no, le troza la cabeza. No es exactamente lo más listo del mundo.

Enchantress baila Macarena para construir un arma de destrucción masiva que, hay que decirlo, nadie entiende (tal vez ni ella) y se parece mucho a cualquier otra arma de destrucción masiva desde el Día de la Independencia - 60% pasando por Los Vengadores - 92% hasta la fecha. En fin, cada quien sus métodos.

Como Enchantress es extraordinariamente poderosa, puede aparecer en cualquier lugar en un segundo y puede convertir a los hombres en sapos con una mera lengua y tiene poderes de telequinesis. Pero bueno, Harley Quinn tenía un bate y bueno, ya saben, ganan los protagonistas. Ni modo. El truquito chafa es una tomada de pelo.

Boomerang imitando los chistes idiotas de Marvel. Pues ya ven, aparte, gratuito. Lo vimos desde el tráiler: se toma una cerveza que salió de algún lugar mágico en medio de una batalla.

Alegato pomposo de Deadshot para ponerle nombre a la pandilla. Listísimo el muchacho.

Martha-gate en Batman vs Superman: El Origen de la Justicia (el verdadero problema)

Olvídense de que las dos mamás se llamen Martha. La película ha llegado a un punto sin retorno: Batman está a punto de clavarle la lanza a un alienígena peligroso que colaboró (con buenas intenciones) en el genocidio y destrucción catastrófica de una ciudad importante en el universo superheroico. Es un arma de destrucción masiva peligrosa. La ira de uno, el miedo del otro, se combinaron para un enfrentamiento fatal. El Otro, el ajeno, el peligroso, de pronto prorrumpe con una línea: “Salva a Martha”. De pronto, el alien se vuelve humano. Parece humano. Se preocupa por otro ser humano. El nombre, similar al de su madre, lo desencaja. Automáticamente, recordamos los espectadores y el propio Batman, que él se volvió superhéroe para salvar a Martha y nunca, nunca, matar a nadie. Y el alienígena parece, en ese momento, alguien. Un ser humano.

Hasta ahí, impecable. Pero Superman se pone a hablar de lo malo que fue Lex Luthor con los dos, su plan maquiavélico, Lois Lane entra, explica todo (“así se llama su mamá”), Batman entra en crisis, le ponen demasiada crema a los tacos y, para colmo, se vuelven amigos. El final de la furia de uno y del miedo del otro, se banaliza por buscarle demasiada similitud con un libro de superación personal. Lamentable.

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