La La Land: una historia de amor: top de críticas, reseñas y calificaciones

Ryan Gosling y Emma Stone protagonizan la nueva película de Damien Chazelle, La La Land: Una Historia de Amor - 92% que estrena este viernes 20 de enero. El musical. según ha declarado en varias entrevistas su realizador, es una carta de amor al género de la época dorada de Hollywood. Así, desde su primera secuencia el filme abre boca con un energizante número musical al estilo de un flashmob ejecutado por los conductores de una abarrotada autopista de Los Ángeles. Un episodio que nos remite a películas tan significativas como Vaselina - 78%, a los musicales clásicos de Fred Astaire como Sombrero de Copa - 100%, a Gene Kelly en Cantando Bajo la Lluvia - 100%. Un alegre y brillante inicio que sirve de prólogo a una juguetona y melancólica historia de amor protagonizada por dos incipientes artistas que buscan una oportunidad en la ciudad de las luces. Sebastian (Ryan Gosling) un pianista idealista que quiere evitar que la época gloriosa del jazz y sus grandes representantes sean olvidados por las nuevas generaciones. Mia (Emma Stone), una actriz que vive su día a día entre audiciones mientras trabaja como barista en un famoso café de Hollywood. Los destinos de estos dos soñadores se cruzarán varias veces mientras labran su camino a la fama a lo largo de un año –desconocido- cuyas estaciones funcionan a modo de capítulos.

La La Land: Una Historia de Amor es también un homenaje a los que no se dan por vencidos por alcanzar un sueño y que no abandonan lo que más les apasiona. Gosling y Stone en perfecta comunión, explotando su vis cómica, conmovedores en sus momento más íntimos, un dúo de perdedores con ilusiones por alcanzar que tras cada revés se consuela con la compañía del otro, abrazados por los compases de Cole Porter y Justin Hurwitz que inundan cada secuencia. Los momentos más álgidos de esta odisea musical que Damien Chazelle ha emprendido en su breve filmografía, está representada por la canción “City Of Stars”, en la voz de Ryan Gosling y Emma Stone —un tema que refleja a lo largo de la película, la hermosura de ese amor naciente, una revelación de ternura que señala qué momentos son los que construyen al amor, la culpa y tristeza, el cariño que se forja a través del hábito, pero al ritmo de la música.

Del segundo largometraje de Damien Chazelle los especialistas destacan la dirección sólida del realizador detrás de Whiplash, las actuaciones creíbles de Gosling y Stone. El controvertido crítico de El País, Carlos Boyero, dijo del filme:

La primera y espectacular secuencia logra que me olvide de mis prejuicios. Se produce una explosión de vitalidad terapéutica, cánticos y bailes tan contagiosos como admirablemente filmados entre los agobiados conductores que se juntan en el atasco matinal en una autovía de circunvalación que rodea Los Ángeles. Es el brillante preludio a una historia de amor bien contada, juguetona y cálida durante mucho tiempo, finalmente triste (hay que tener coraje y determinación para lograr que Hollywood te consienta un desenlace amargo en una película musical), de un romanticismo creíble, nada empalagoso.

Peter Bradshaw, crítico de The Guardian la describió así:

Ryan Gosling y Emma Stone brillan en una emocionante obra musical de los dosmil. Damien Chazelle nos regala una historia vital del primer amor y el desencanto a través de canciones de amor, de blues y de jazz. Un drama de carácter dulce lleno de energía y fantasía.

Mientras que Gonzalo Hernández de El Antepenúltimo Mohicano la describió así:

Damien Chazelle ha decidido lanzarse al peligroso terreno del homenaje al clásico musical norteamericano haciendo suya la iconografía y la pomposidad de los decorados, el vestuario colorido propio de producciones emblemáticas como Cita en St. Louis y los sentimientos exaltados plasmados en canciones donde una cámara en grúa se elevará hacia el cielo en las notas más altas mientras nuestros protagonistas sacuden el asfalto a base de zapatazos. Todo lo que uno recuerda de cintas con Judy Garland, Fred Astaire o Natalie Wood, todos esos platós de fondos pintados, luces de colores, distancias falseadas y romanticismo está aquí plasmado con elegancia, hasta llegar al punto de que el director opta por la ambigüedad de una ambientación que, aun siendo ‘actual’, se vuelve pretendidamente anacrónica rodeando a Emma Stone y Ryan Gosling de trajes de los años 50 y bares de jazz preciosistas.

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