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Punk is dad: ¿realmente murió el espíritu punk como alega el vástago de Sex Pistols?

Ayer Joe Corre, hijo de Malcolm McLaren, agente de Sex Pistols y New York Dolls, quemó 12.5 millones de dólares en reliquias del punk

El hijo de Malcolm McLarenque dice que el punk se volvió un artilugio de la mercadotecnia. En Tomatazos no le creemos… y aquí te decimos por qué.

A ver, cáchenme, que me desmayo y no quiero caer al suelo, está frío. Que el punk está muerto y así —dice un junior doll de la nueva ola de millenials chavorucos, hijo de un visionario productor de bandas como Sex Pistols (equis, nomás la primera gran banda de punk del mundo) y New York Dolls—. Digo, sí, ya se murieron The Ramones y todo se desplomó con el advenimiento del hip hop saturado de heces excrementicias, pero vamos: muerto lo que se dice muerto, pues no sé. El cine dice otra cosa. Mi Spotify también. El cartel del Vive Latino. ¿De qué habla este muchachito que quemó reliquias durante la celebración del lanzamiento del sencillo “Anarchy in UK”?

El punk en el cine y el cine punk

The Blank Generation, la primera película de “Hazlo Tú Mismo” (Do It Yourself o DIY, principal leitmotiv del punk) lanzada por Amos Poe e Ivan Kral, el legendario guitarrista de a década de 1970, con Iggy Pop, Blondie y Patti Smith, traza una línea que bien podría inducirnos por qué el punk estaba destinado a morir rápido como detonación nuclear, pero a dejar su radiación al resto de las generaciones —pura bomba atómica, por decirlo de algún modo (afín a portadas de álbumes de Green Day)—.

Durante la película, los directores y productores Ivan Kral y el cineasta onda No Wave, usaron imágenes de los músicos punk antes de que se convirtieran en iconos. Aparecen The Ramones, Television, The Talking Heads, New York Dolls, The Heartbreakers, The Shirts, etcétera. ¿La premisa? Claramente el hastío de una clase social media alta y acomodada de los beneficios que la aristocracia, la burocracia y la rabia contenida de sus padres en temas insuperables de política, sociedad, economía y otras formas de civilización. Tales malestares los condujeron a apostar por la rabia, la furia y la diversión salvaje a través de una moda que retaba, incluso, al Buble Gum y las inducciones cómodas y ligeras del rock.
La cultura explotó y tuvo una titánica decadencia con el argumento de la cólera en tanto nihilismo sin discurso, sí alarido. Y en esta película, digno prefacio de la leyenda de un movimiento que comenzó por la moda y se consolidó en la música, se prepara el terreno para nuestra concepción actual del fenómeno.

Aunque Inglaterra y Estados Unidos fueron la escena donde se desarrolló este movimiento –las urbes más cultas recibieron el primer impacto– el cine trajo una prueba de que la inconformidad permeaba a todos los sectores. Cha Cha es una película holandesa de 1979 escrita por Herman Brood y dirigida por Herbert Curiel. Sus personas-personajes fueron Herman Brood, Nina Hagen, Lene Lovich y Les Chappell. Consiste –para beneplácito de Die Antwoord– en una historia de un ladrón de bancos que trata de cambiar su vida y convertirse en una estrella del rock. Tiene lugar en el Amsterdam punk y la escena New Wave.

En Cha Cha, destacan las actuaciones musicales de los principales actores. La banda sonora de la película fue lanzada por CBS y Ariola Records. Huelga, aquí una apología social a la clase media baja de las grandes ciudades y al personaje bellaco y truhán. La maldad del individuo es puesta como condición primigenia; la salvación por el rock, como vindicación del lugar que ocupa en una sociedad condenada al fracaso.

Ni siquiera la aparentemente pacífica Canadá escapó a esta pandilla de jóvenes violentos y con claras tendencias anarquistas, contrapuestos a la creciente influencia hippie de los niñitos rebeldes y floridos de Estados Unidos. Crash & Burn es una película experimental filmada y nombrada en honor del primer club punk afincado en la ciudad de Toronto, Ontario, Canadá. Fue producto del elegante y alterado cineasta canadiense Ross McLaren y, probablemente, el primer espolón al cine con una filmación sucia como premisa de un estilo, en el año de 1977. La película fue rodada sobre un fondo blanco y negro de 16mm, cuenta con la aparición de Dead Boys, Teenage Head, The Boyfriends y Diodes. Acá, lo que se ve, es cómo convivía esta subcultura, completamente asociada a las reuniones de las minorías que creaban un vínculo entre sus iguales sólo por la necesidad de pertenecer a algo que no fuera, nuevamente, la civilización en la que nacieron.

La asociación del punk como producto nato de Inglaterra en tanto opuesta la monarquía, el Estado y otras infelicidades de sabrosa ensoñación, queda clara en Jubilee, una cinta de culto de 1978 dirigida por Derek Jarman. Ahí aparecen Jenny Runacre, Ian Charleson y una serie de rockeros punk, incluyendo a Adam Ant y Toyah. El título se refiere al Jubileo de Plata de Isabel II, en el año 1977. En tanto pieza cinematográfica, hay que decirlo, lo irrisorio prima y expande por mucho el concepto de un filme picudo, anarquista y retrógrada en su concepción de la vida contra el Estado.

La reina Isabel I (Jenny Runacre) es transportada en el tiempo por el ocultista John Dee (Richard O'Brien) con la ayuda del guía espiritual Ariel (un personaje de La Tempestad de Shakespeare). Elizabeth llega a la Gran Bretaña de la década de 1970. La reina Isabel II está muerta, asesinada en un asalto arbitrario; así, Elizabeth I se mueve a través de la decadencia social y física de la ciudad observando las actividades esporádicas de un grupo de nihilistas sin objetivo, incluyendo Amyl Nitrite (Jordan, un protegido de Malcolm McLaren), Bod (Runacre en un papel dual ), Caos (Hermine Demoriane), Crabs (Nell Campbell), y Mad (Toyah Willcox). Numerosos iconos punk aparecen en la película, con cameos de los Slits y Siouxsie & The Banshees. Brian Eno se encargó de todo el rollo sonoro. La pieza sin acreditar de la música usada en la escena del baile de Jordan fue escrita por Ludwig Minkus en 1884, en clara alusión a la influencia de la música de salón como música de entretenimiento. Hay policías matando punks y una nostalgia por el siglo XVI. Quien quiera entender en su totalidad lo que entraña un mundo imbuido en el desastre que clamaban los precursores de punk, esta distopía bien podría clarificar por qué todavía el punk tiene algo que decir.

El found footage tiene mucho que retomar de cómo el punk fue abordado y abordó al cine. De algún modo, la idea de DIY, promovió el empleo de este tipo de documentación para el armado de ficciones, documentales, etcétera.
Qué sería de Reygadas y su cine artesanal sin los antecedentes de una filmación donde el bajo presupuesto y la destreza propia con la cámara se ofrecen como talante. The Punk Rock Movie (que tuvo una versión enriquecida en VHS en 1987) fue montada a partir de imágenes súper 8 rodadas por Don Letts –a quien el diseñador de modas Caroline Baker le obsequió dicha cámara–, el dj del club The Roxy durante los primeros días del movimiento de punk rock británico, principalmente durante los 100 días de 1977, en The Roxy Club en Londres, cuando la popularidad del movimiento se propagó.

Una versión preliminar de 60 minutos de la película se mostró en el otoño de 1977 en el Instituto de Arte Contemporáneo de Londres. Esto resultó en la historia de portada, Punk Home Movies en la revista Time Out. Una vindicación de “eso” que aconteció en el cine tras el estrépito de los guitarrazos de locos que soltaban sus estrellas.
Rock 'n' Roll High School es una película de comedia musical de 1979 producida por Roger Corman, dirigida por Allan Arkush y protagonizada por P. J. Soles, Vince Van Patten y Clint Howard. La película contó con el grupo de punk rock The Ramones al frente, en una respuesta clara a las bobadas que hicieron The Beatles en pantalla grande —hoy pivotes para argumentos de películas de, por qué no, Jonas Brothers.

La película se fija en 1980, ya en las postrimerías del lanzamiento de la bomba a todo el mundo y a nada de iniciar la vinculación con el New Romantic. La secundaria de Vince Lombardi sigue perdiendo a directores que sufren colapsos nerviosos debido al amor de los estudiantes al rock y su desprecio por la educación. Su líder, Riff Randell (p. J. Soles), es el fan número uno de The Ramones. Incluso espera en la fila durante tres días para conseguir entradas para ver a la banda, con la esperanza de conocer a Joey Ramone para que pueda darle una canción que escribió para la banda: “Rock 'n' Roll High School”.

Cuando la directora Togar (Mary Woronov) toma su ticket en represalia por su comportamiento, Riff y su mejor amiga Kate Rambeau (Dey Young) tienen que encontrar otra forma de conocer a sus héroes de guitarrazos locos. El clásico de la época: ganar un concurso de radio. Cuando la señorita Togar y un grupo de padres tratan de quemar una pila de discos de rock, los estudiantes asumen el control de la escuela, unidos por el gusto por los Ramones. La policía es convocada y exige que los estudiantes evacuen el edificio, lo hacen, lo que conduce a un final explosivo —literal.

Los ejemplos de los arquetipos, a partir de aquí, se disgregan y se parten en dos grandes tendencias: a) el punk como incidencia y disidencia del statu quo; b) el punk como catarsis juvenil para vivir del desmadre por el desmadre con la anarquía como soslayo. Ahí tenemos a Hazel O'Connor –un Klaus Nomi (más) afeminado– está destinado a ser una estrella y mártir en nombre de aquellos que dan en las fuerzas corruptoras del capitalismo caracterizado esta vez como la industria de la música —nuevamente, el espíritu anarquista por delante en Breaking Glass. El ya clásico SLC Punk, con un Stevo hechizo y de panfleto, un punk tópico de lo que los detractores del movimiento más critican: el típico joven de suburbio aburrido de su vida cotidiana y busca en la ideología de esta faceta artística el pivote para escapar de lo anodino.

Más interesante, tal vez, lo que aconteció con We are the best! El espíritu punk de la rebelión a favor de las minorías rara vez se retrató tan adorablemente como cuando el sueco Lukas Moodysson atiende la historia de unas pubertas de Estocolmo a principios de la década de 1980. El trío femenino (interpretado por los recién llegados Mira Barkhammar, Mira Grosin y Liv LeMoyne) se burla de unos patanes misóginos que creen que las niñas no saben nada de rock. Sus desmadres musicales alcanzan un clímax con “Hate the Sport”. Aquí la euforia de los Ramones se hibrida con la defensa de las minorías que caracterizarían a Dead Boys o Divine. La onda de la moda queda asentada al más puro estilo Sex Pistols.

Todos estos son prolegómenos a lo que hoy vivimos como una necesidad tangible: oponernos a la opinión de las mayorías como un sine qua non de lo que debemos escuchar, hacer, deshacer, comprender, etcétera. No se trata de un rechazo a los medios o plataformas, sino de una transformación radical por medio de explosiones al interior de la caja torácica, el pedal de distorsión y cuatro acordes (máximo) al unísono de himnos violentos en busca de catarsis.
Pura detonación. Flema artística que sí se dirige a nosotros con un esputo.

Las niñerías de Joe Corre y lo que tiene que decir Monty Python

Como les contábamos al inicio, Joe Corre, hijo del ex representante de los Sex Pistols Malcolm McLaren y la diseñadora Vivienne Westwood, prendió fuego a prendas de ropa y parafernalia putrimillonaria en el aniversario 40 del lanzamiento del primer single de Sex Pistols: “Anarchy in the UK”.

De pie frente a banderas que tenían nombres de corporaciones globales, Corre quemó figuras llenas de fuegos artificiales de la primera ministra Theresa May y de sus predecesores David Cameron y Tony Blair, vestidas con ropas de Sex Pistols. “El punk nunca pretendió ser nostálgico”, dijo Corre, hablando ante una multitud de 100 personas. “El punk se ha vuelto otra herramienta de márketing para venderte algo que no necesitas”, dijo Corre, quien fundó la marca de ropa interior Agent Provocateur. (¡¿?!) Dirigió su protesta “Burn Punk London” contra la celebración de la música punk respaldada por el alcalde de Londres y el Consejo Británico, llamada Punk.London.

La pataleta de niñito malcriado, no pasó desapercibida para las leyendas del punk. El guitarrista de Sex Pistols Glen Matlock dijo a Sky News que la protesta de Corre era “pendeja”. “Quiero parafrasear a los Monty Python –dijo Matlock–: "él no es el salvador, él es un niño malo". Creo que Joe no es el anticristo, creo que él es un papanatas”.

Ustedes, ¿tienen películas que nos hablen del punk como un tenor que sobrevive a nuestra época?

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